¡Silencio!

Silencio. Esto es lo único que se “oía” al estar todos los músicos encima de nuestro escenario en la sala de conciertos, esperando que algunas palabras salieran de la boca de nuestro director.

Evidentemente pasaba algo, y ese algo no era nada bueno (no estamos acostumbrados a guardar silencio a la espera de ver la batuta levantada). Todos lo sabíamos y nadie se atrevía a comentarlo. Nuestra amiga Paqui ya no estaría más con nosotros compartiendo esos “raticos” tan buenos que pasamos en el patronato.

Fue uno de los ensayos que nadie olvidará nunca. Teníamos las “marchas fúnebres” dentro de nuestras carpetas y nadie daba el primer paso para sacar las partituras, a pesar de que todos sabíamos que había que tocarlas y que era el mejor homenaje que podíamos ofrecer a nuestra compañera.

Las notas comenzaron a sonar, aunque de forma diferente a otras ocasiones. En cada una de ellas se escapaba un suspiro y un recuerdo. ¡Qué extraña sensación y qué distintas suenan esas obras cuando se les pone “una cara” y se tocan con el alma!.

El ensayo terminó….. Acabó como empezó: en silencio, con la idea de que íbamos a cumplir la voluntad que seguro tenía nuestra compañera, pero que nadie, nadie hubiera querido llegar a realizar. (Esa voluntad en forma de notas de amargura, sentimientos y recuerdos que esa noche quedaron en el aire).

Con estas palabras, queremos rendir un pequeño homenaje a Paqui Gutiérrez Soto, nuestra amiga y compañera: la que siempre nos daba ánimos aun cuando la veíamos decaída; la que, hasta el último momento, ha tenido un espíritu y un corazón de hierro, luchando contra su "maldita" enfermedad; la que, a pesar de encontrarse mermada de salud, se subía con nosotros al escenario, concierto tras concierto, como si no pasara nada,….

Paqui… ¡TE QUEREMOS!.

A pesar de que tu sitio en el escenario quedará vacío, siempre tendrás uno muy grande en nuestros corazones.

¡Hasta siempre!.

Tolín y Rosa